miércoles, 11 de mayo de 2011

El sapo verde (Graciela Montes)

Humberto estaba muy triste entre los yuyos del charco. Ni ganas de saltar tenía. Y es que le habían contado que las mariposas del Jazmín de Enfrente andaban diciendo que él era sapo feúcho, feísimo y refeo.
—Feúcho puede ser —dijo, mirándose en el agua oscura—, pero tanto como refeo... Para mí que exageran... Los ojos un poquitito saltones, eso sí. La piel un poco gruesa, eso también. Pero ¡qué sonrisa!
Y después de mirarse un rato le comentó a una mosca curiosa pero prudente que andaba dándole vueltas sin acercarse demasiado:
—Lo que a mí me faltan son colores. ¿No te parece? Verde, verde, todo verde. Porque pensándolo bien, si tuviese colores sería igualito, igualito a las mariposas.
La mosca, por las dudas, no hizo ningún comentario.
Y Humberto se puso la boina y salió corriendo a buscar colores al Almacén de los Bichos.
Timoteo, uno de los ratones más atentos que se vieron nunca, lo recibió, como siempre, con muchas palabras:
—¿Qué lo trae por aquí, Humberto? ¿Anda buscando fosforitos para cantar de noche? A propósito, tengo una boina a cuadros que le va a venir de perlas.
—Nada de eso, Timoteo. Ando necesitando colores.
—¿Piensa pintar la casa?
—Usted ni se imagina, Timoteo, ni se imagina.
Y Humberto se llevó el azul, el amarillo, el colorado, el fucsia y el anaranjado. El verde no, porque ¿para qué puede querer más verde un sapo verde?
En cuanto llegó al charco se sacó la boina, se preparó un pincel con pastos secos y empezó: una pata azul, la otra anaranjada, una mancha amarilla en la cabeza, una estrellita colorada en el lomo, el buche fucsia. Cada tanto se echaba una ojeadita en el espejo del charco.
Cuando terminó tenía más colorinches que la más pintona de las mariposas. Y entonces sí que se puso contento el sapo Humberto: no le quedaba ni un cachito de verde. ¡Igualito a las mariposas!
Tan alegre estaba y tanto saltó que las mariposas del Jazmín lo vieron y se vinieron en bandada para el charco.
—Más que refeo. ¡Refeísimo! —dijo una de pintitas azules, tapándose los ojos con las patas.
—¡Feón! ¡Contrafeo al resto! —terminó otra, sacudiendo las antenas con las carcajadas.
—Además de sapo, y feo, mal vestido —dijo una de negro, muy elegante.
—Lo único que falta es que quiera volar —se burló otra desde el aire.
¡Pobre Humberto! Y él que estaba tan contento con su corbatita fucsia.
Tanta vergüenza sintió que se tiró al charco para esconderse, y se quedó un rato largo en el fondo, mirando cómo el agua le borraba los colores.
Cuando salió todo verde, como siempre, todavía estaban las mariposas riéndose como locas.
—¡Sa-po verde! ¡Sa-po verde!
La que no se le paraba en la cabeza le hacía cosquillas en las patas.
Pero en eso pasó una calandria, una calandria lindísima, linda con ganas, tan requetelinda, que las mariposas se callaron para mirarla revolotearentre los yuyos.
Al ver el charco bajó para tomar un poco de agua y peinarse las plumas con el pico, y lo vio a Humberto en la orilla, verde, tristón y solo. Entonces dijo en voz bien alta:
—¡Qué sapo tan buen mozo! ¡Y qué bien le sienta el verde!
Humberto le dio las gracias con su sonrisa gigante de sapo y las mariposas del Jazmín perdieron los colores de pura vergüenza, y así anduvieron, caiduchas y transparentes, todo el verano.



viernes, 6 de mayo de 2011

Niños mal alimentados rinden menos en edad escolar

Un estudio estadístico realizado en el Reino Unido demostró que una dieta durante los primeros años de vida con abundantes grasas y azúcares podría estar vinculada con un descenso en el rendimiento intelectual
 
La investigación de la Universidad de Leeds, reveló que, contrariamente, quienes se alimentan en su infancia de abundantes vitaminas y nutrientes obtienen, como media, mejores resultados en los tests de inteligencia que realizan durante la educación primaria.
El estudio publicado en Journal of Epidemiology and Community Health demostró una leve asociación entre la mejor alimentación recibida a los tres años y la puntuación obtenida en las pruebas de destreza. Esta relación, según admiten los propios autores, ofrece una evidencia aún “modesta” sobre los efectos de la nutrición en la inteligencia.
El diario El Mundo publicó que, sin embargo, los resultados son coherentes con anteriores investigaciones, que ya sugerían un peor rendimiento escolar a causa de la mala dieta, así como con otros estudios que mostraron -por el momento en ratas de laboratorio- que el aumento de grasas puede causar desórdenes neuronales.
Los autores atribuyen este efecto a que hasta los tres años el cerebro se está formando a gran rapidez, por lo que cualquier cambio en las condiciones alimentarias amplifica sus efectos a esa edad.
El presente estudio utilizó datos de unos 4 mil niños obtenidos durante los años 90 en el Reino Unido, y que ya habían sido usados para diversas investigaciones. Los padres respondieron cuestionarios con las bebidas, comidas y cantidades de cada producto que les daban a sus hijos, desde los tres años hasta los ocho y medio, que es la edad a las que se les somete a las pruebas de inteligencia Weschler, que tienen en cuenta tanto destrezas verbales como manuales.
Sobre la base de estos datos, distinguieron tres clases de dietas: ‘procesada’, alta en grasas y azúcares; ‘tradicional’, rica en carnes y vegetales; y ‘preocupada por la salud’, dominada por ensaladas, pasta y arroz. A partir de esta clasificación, se pudo comprobar una asociación entre la comida ‘procesada’ y bajas puntuaciones en el ‘test Weschler’, al mismo tiempo que la dieta ‘preocupada por la salud’ se relacionaba con mejores resultados en las pruebas.
Con todo, los autores concluyeron que “en la población de niños británicos contemporáneos, una dieta pobre, asociada con una gran ingesta de comidas procesadas, grasas y azúcar en la infancia temprana podría estar asociada con un menor cociente intelectual a la edad de 8,5 años”.

Link de la fuente: http://saludable.infobae.com/ninos-mal-alimentados-rinden-menos-en-edad-escolar/

jueves, 5 de mayo de 2011

Cuento Infantiles

EL AVISPON MOBUTO SALVA UNA VIDA

(Ricardo Mariño)



 Un lamento desgarrador recorría toda la planta de Limón:
-BUUUUUUUUUUUUUUUuuuuuuuuuuuuuuuaaaaAAAAAAaaaaahhhHH.
Este triste alarido pertenecía al renombrado Tito Nicolás Ciempiés, dueño de 50 patas izquierdas y otras tantas derechas. Ese día se festejaba el casamiento de Lulo y Lula Grillo y a él, al Ciempiés, se le había metido en la cabeza –tenía una sola- que debía ir a la fiesta con 100 relucientes zapatos.
Por supuesto que no tenía ni un solo par. Ni siquiera un par de cordones, o media zapatilla vieja. “Soy el bicho más desamparado de esta planta”, se lamentaba revoleando sus cuatro ojos.
En ese momento llegó la Mariposa encargada de repartir las invitaciones. Al darle la invitación, el Ciempiés la rechazó:
-No, no voy. No quiero invitación. Me duele la cabeza, tengo que barrer el gajo Nro. 37, tengo que escribir una carta a mi primo.
Ni bien la Mariposa se fue, él volvió a lo suyo:
-¡Buaaaahhh! No tengo ni siquiera 100 zapatos para la fiesta…
El avispón Mobuto, escondido detrás de una hojita, había presenciado la terrible escena. Decidió ayudar a su amigo.
En menos de media hora el Avispón pudo reunir a todo el barrio de la planta (menos, claro, Tito Nicolás Ciempiés).
El Avispón Mobuto puso a consideración el problema de los zapatos.
-¡Qué se dibuje un zapato en cada pie y listo! –propuso una Chinche Verde muy nerviosa porque era la primera en opinar.
-Busquémosle un zapato gigante y que meta ahí todos los pies –dijo la Araña Francisca.
-Yo opino… ¿qué iba a decir…? ¡Me olvidé! –dijo un piojo. Todos rieron.
-¡Qué el Ciempiés lleve un cartel que diga “100 zapatos” –gritó alguien.
-¡No! Que diga “50 zapatos izquierdos y 50 derechos” –opinó sonriendo la Chinche (sonreía porque era la segunda vez que hablaba).
La reunión duró horas. El piojo que habló, por ejemplo, empezó la reunión siendo niño y la terminó adulto. De todas maneras, cuando faltaba poco para la hora de la fiesta, llegaron a un acuerdo.
Ni bien terminó la reunión el Avispón Mobuto voló hasta la casa de Tito Nicolás Ciempiés.
-¿Qué hacés Tito? ¿Cómo te va?
-Me duele la cabeza, tengo que barrer el gajo Nro. 37, tengo que…
-¿Te enteraste de la última? Este barrio está cada día más loco…
-…tengo que escribir una carta…
-A la fiesta hay que ir descalzo.
-…una carta a mi primo… ¿Qué?
-Que a la fiesta hay que ir descalzo.
El que no va así no entra.
-¿Descalzos?
-Sí. Dicen que es la última moda. Son locos…
-Ah…¿así que está de moda ir descalzo a las fiestas?
-Claro. Pero vos no podés ir…
-¿Cómo? Si yo tengo pies descalzos….¡Cien tengo!
-Sí. Eso sí. Pero te duele la cabeza, tenés que barrer y la carta.
-¡Pero no, querido! Si la cabeza no me duele más (dijo T.N.Cienpiés mientras empezaba a peinarse el flequillo, entusiasmado). Además que voy a barrer el gajo 37 si está limpito. Y que le voy a mandar una carta a mi primo si todavía no sabe leer, ¿sos loco vos? Vamos, vamos Mobuto, que se hace tarde.
La fiesta fue un éxito. Había migas de medialuna, miel, polen, medio durazno podrido y otros manjares. Tito Nicolás Ciempiés  se sacó una foto bailando un tango con la Chinche Verde y otra foto haciendo muecas con el Avispón Mobuto. Un fiestón.

FIN

miércoles, 4 de mayo de 2011

Un nuevo comiezo!

Hola a todos!!! 

Esta es nuestra primera publicacion. En este Blog publicaremos todo tipo de información a cerca del Nivel Inicial, tanto para niños, docentes y alumnas de la carrera.
Esperamos que sea de gusto para todas!
Saludos.
Carolina y Lisi